El Arte del Bordado de Lorca

Los Autores

Como hemos comentado anteriormente, el periodo que va desde comienzos del siglo XX hasta la guerra civil (1936) es la etapa más esplendorosa del bordado lorquino, un tiempo en el que desarrollaron su labor dos magníficos directores artísticos, Francisco Cayuela y Emilio Felices. Ellos dirigieron las más elogiadas obras en sedas y oro del bordado lorquino, tenidas hoy por clásicas, alcanzándose un alto grado de especialización y también una clara distinción entre los dos talleres de bordados que en esos momentos estaban en activo: el de la Asociación de Señoras de la Virgen de los Dolores (Paso Azul) y el del Coro de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura (Paso Blanco); este último llegó incluso a recibir una subvención del Ministerio de Instrucción Pública por su labor de artesanía industrial. Al frente de ambos talleres se encontraban estos destacados artistas que han dado prestigio y fama a los bordados lorquinos. Señalemos ahora algunos de los más conocidos directores.

D. Francisco Cayuela Sánchez (1874-1933). Pintor, dibujante, artista polifacético. Comienza su actividad artística como ilustrador de revistas en Madrid donde ya se encontraba en la década de 1890. A su vuelta a Lorca, colabora con publicaciones locales, como el Ateneo Lorquino, y en 1903-1904 lanza su propia publicación llamada La Semana Cómica. Sus especialidades como pintor las desarrolla en el campo de la decoración mural (pinturas del Casino, confitería Caña de Azúcar, etc.), en el de los retratos y el paisaje. Ligado a la Academia Municipal de Dibujo, de ella ocupó la dirección en los últimos años de su vida (1929-1933). Sin duda su merecida fama la debe a su labor de director artístico del Paso Azul. En 1902 dirigía el estandarte llamado "del cuerno" y colaboraría con Tornero Escriñá en los grupos de la Visión de Daniel y Triunfo del Cristianismo. A partir de 1904 concibe y dirige los bordados del entorno de la Virgen de los Dolores: manto (1905), estandartes del "reflejo", San Juan, la Magdalena y Ángel Velado (1914-1918) y el "medallón" (1927).
Al frente de la Academia de Dibujo contribuyó a la formación de otros directores artísticos, como D. Emiliano Rojo, autor del Estandarte Guión del Paso Azul, D. Manuel Muñoz Barberán, excelente pintor y que estuvo al frente de la dirección artística del Paso Blanco, y D. Joaquín Ruiz Guzmán, entre otros. También estuvieron vinculados a este centro otros grandes directores artísticos de los Pasos, como Rebollo Zamora, Antonio Felices o Emilio Felices.

D. Emilio Felices Barnés (1879-1948). Comenzó a trabajar desde muy joven con su padre, Antonio Felices, en las labores de dirección artística del Paso Blanco y en la Academia Municipal de Dibujo, de la que fue nombrado auxiliar en 1916. Sus extraordinarias cualidades como dibujante lo llevaron a trabajar para el Sindicato de Riegos de Lorca en calidad de delineante, a dirigir la Sociedad de Amigos del Arte creada en Lorca en 1932 y a trabajar como profesor en la Escuela Elemental de Trabajo de Lorca entre 1939 y 1945. Pero Emilio Felices Barnés será recordado siempre en Lorca por su vinculación con los bordados del Paso Blanco. Incorporado a la dirección artística en 1903, de 1911 a 18 concibió y dirigió el palio de la Virgen, entre 1915 y 1925 realizaría el estandarte de la Oración en el Huerto y entre 1915 y 1925, con la codirección de José Cánovas, trabajó en la ideación y dirección del manto de la Virgen de la Amargura. Para el mismo Paso dirigiría otras obras importantes, tales como el manto de Salomón (1934) o la "capeta del negro" (1935), y a mediados de la década de los 20 mantuvo abierto un taller particular de bordados del que salieron importantes piezas, como el capote de paseo del torero Joselito (1917).

Emiliano Rojo, pintor y escultor, discípulo predilecto de Cayuela, dirigió piezas de calidad, como la que reproduce la efigie titular de este Paso, donde, siguiendo las enseñanzas de su maestro, el autor ejecutó una obra de mérito y gran armonía compositiva que fue premiada en la Exposición Nacional de Artes Decorativas e Industriales de 1947. También son suyos los estandartes del Cristo del Perdón, titular del Paso Morado, y el de la Virgen de la Soledad de la Hermandad de la Curia, todos dentro de esa línea tradicional que mantenían entonces los talleres de bordados, pero resueltos con elegancia y decoro.

En los años setenta el pintor lorquino D. Manuel Muñoz Barberán aportaría diseños originales, brillantes de color y muy sueltos en el tratamiento de la línea cuando estuvo al frente de la dirección artística del Paso Blanco. En este mismo Paso, el relevo sería tomado por otros directores artísticos, bordándose piezas de mérito cuyos motivos principales suelen extraerse de reconocidos artistas del sigo XIX o del arte clásico grecorromano. De las piezas destacadas que se han bordado en los últimos tiempos merecen citarse las diseñadas por Antonio Felices Iglesias, hijo de Emilio. Se trata de un grupo de mayordomos en diversos estilos artísticos con motivos de la Pasión. Los bordados han sido realizados mediante la técnica de la seda matizada por Santiago Cruz y Eduardo Montesinos, y tienen como principal característica la puntada muy pequeña que permite detallar mucho los motivos bordados, a los que les confiere profundidad y relieve el uso contrastado de tonos y la búsqueda de cualidades atmosféricas.

Por parte del Paso Azul, la etapa más significativa es la que se abrió hace más de una década con la incorporación de dos pintores a la dirección artística de los talleres: Miguel García Peñarrubia y José López Gimeno. Del trabajo de este último sobresalen el grupo de nazarenos de la Virgen de los Dolores, titular del Paso Azul, donde se utilizaron escenas procedentes de la pintura española del Barroco en las que el autor emplea un tipo de punto de gran efectismo en su acabado que permite reproducir con bastante exactitud el modelo a copiar. Su técnica, derivada en parte de la de Cayuela, presenta una cierta novedad dentro del punto indefinido, ya que se contemplan los fondos de colores básicos, bordados en horizontal, con una trama de puntos perpendiculares con los que se consiguen sombras, matices de color, gradaciones o veladuras, de una forma parecida a como lo hace el punto conocido desde antiguo y denominado "opus pluvinaruium", recuperado para este proyecto. De García Peñarrubia son los bordados del Triunfo del Cristianismo, la caballería romana, o la profetisa Débora. En sus composiciones encontramos inspiración del art nouveau y la influencia de la ilustración y del cómic contemporáneo, en las que el decorativismo, colores más intensos y atrevidos y un estilo de dibujo depurado dan lugar a unas obras de enorme fuerza visual.