El centro urbano de Lorca fue declarado por Real Decreto "Conjunto Histórico-Artístico" en 1964, un hito importante para la ciudad que veía así reconocido parte de su rico patrimonio. Previo a la distinción de estos valores urbanos, ya anteriormente otros edificios y construcciones singulares habían logrado un particular grado de protección. En 1931 el castillo, construcción emblemática erigida en el siglo XIII, fue declarado monumento nacional. Es una arquitectura de gran valor histórico y cultural, todo un símbolo que aparece en el escudo de la ciudad, con sus dos imponentes torres, Espolón y Alfonsina, que aún altivas dibujan la línea del cielo con sus formas sólidas. La fortaleza está asociada a la historia de Lorca durante siglos, y también a inverosímiles gestas y leyendas. Allí estuvo la alcazaba musulmana, sus muros cobijaron a moradores cristianos y también a judíos que vivían en su barrio y practicaban sus ritos en la sinagoga. Aquí se levanta la ermita del patrón, San Clemente, cuya festividad, el 23 de noviembre, la tradición asoció a la gloriosa conquista en 1244 de la entonces villa por el infante don Alfonso, aunque la historia cierta fuera otra. Pasados los años el castillo fue utilizado como baluarte defensivo en la guerra contra los franceses y como polvorín, y después, perdida su función militar, quedó sumido en el abandono, aunque nunca ha dejado de ser parte de la memoria colectiva de los lorquinos, una indeleble referencia a su devenir histórico. Por otro lado, diez años después de aquel reconocimiento, en 1941 fue declarado monumento San Patricio –su advocación obedece a que el día de San Patricio de 1452 los lorquinos vencieron a los musulmanes en la batalla de los Alporchones–, la colegiata que anhelaba ser catedral, edificio de magnífica arquitectura que comenzó a erigirse en 1533 y se acabó dos siglos y medio después, con su magnifica torre. El templo era el más importante de la ciudad por su traza y significación, y su declaración venía a distinguir de nuevo una arquitectura tradicional, un edificio señero situado en el centro histórico de la población, junto al Ayuntamiento, que ayudaría a definir en buena medida el perímetro de la plaza mayor de la ciudad. Aquel decreto de 1964 puso especial énfasis también en otros monumentos principales por su importancia arquitectónica e histórica, como las Casas Consistoriales, Casa del Corregidor, Porche de San Antonio y la Casa de Guevara, y en "los conjuntos urbanos que se suceden sin interrupción, dando a sus calles un especial carácter de unidad y nobleza". La disposición obligaba al Estado, a la Corporación Municipal y a los propietarios de los edificios afectados por la declaración "a la más estricta observancia de las Leyes" en orden a la conservación de las edificaciones.
La abundante legislación desarrollada en las últimas décadas encaminada a proteger, conservar y fomentar el patrimonio histórico español, -sobre todo a partir de la publicación de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, a la que se han subordinado los desarrollos complementarios posteriores y las propias disposiciones de las Comunidades Autónomas en esta materia-, no ha hecho sino incidir en una idea que se enuncia en el artículo primero de la mencionada ley: la protección del patrimonio como legado de la mayor importancia para generaciones futuras. Ese es el objetivo principal de los legisladores, y para conseguirlo se han redefinido los elementos que constituyen ese patrimonio, incluyendo en él los bienes muebles o inmuebles de valor artístico, histórico o antropológico, los yacimientos arqueológicos, objetos etnográficos, científicos o técnicos, y los sitios naturales, jardines y parques que encierren cualquiera de los valores antes mencionados.
El recinto declarado Conjunto Histórico, recogido en el P.G.O.U. de Lorca de 2003, está integrado por dos Sectores, denominados I y II. El Sector I comprende la fortaleza y los barrios altos de la falda del Castillo, con alto valor arqueológico y un extraordinario valor paisajístico, en donde su caserío, muy transformado y deteriorado, acoge a una población vulnerable con problemas de accesibilidad e infravivienda. Los únicos edificios de su patrimonio que aún se mantienen en pie, aunque en ruinas, son las iglesias de las zonas altas, esto es, San Pedro, Santa María y San Juan, que dan nombre a distintos barrios de la zona. Aunque ya antes habían perdido buena parte de su importancia religiosa e histórica, fue sobre todo a partir de guerra civil, con la generalizada destrucción a la que fueron sometidas, cuando estos templos sufrieron la desidia que condujo al deterioro inexorable de sus elementos arquitectónicos y ornamentales. El Ayuntamiento ha iniciado ya la regeneración de estos barrios aprobando un Plan Integral para los Barrios Altos de Lorca (P.I.B.A.L.) en el que se marcan las directrices, objetivos y criterios de actuación para su recuperación y regeneración tanto física, actuando en las infraestructuras y edificaciones, como económica y social. El ámbito de actuación del P.I.B.A.L. está formado por los barrios de San Lázaro, Calvario, San Pedro, Santa María, San Juan y San Cristóbal. Entre sus objetivos figura la Rehabilitación de su Patrimonio Cultural por lo que se han realizado ya proyectos de rehabilitación en las ruinas de la Iglesia de Santa María (2010), en la ermita de San Roque (2005), la Puerta de San Antonio (2007) y lienzos de la Muralla (2011). Estas intervenciones, y las futuras, deben contribuir a la restauración y puesta en valor de estos importantes elementos de nuestro patrimonio.
También se ha redactado el Plan Especial de Protección de la Muralla de Lorca (P.E.P.M.L) donde se definen y regulan los distintos tipos de intervenciones en las manzanas donde hay trazas y restos de la Muralla y sus Torreones, donde aparece integrada en edificaciones o como medianera de propiedades.
El Sector II comprende el resto de Conjunto Histórico y se ha desarrollado normativamente con un Plan Especial de Protección y Rehabilitación Integral del Sector II del Conjunto Histórico de Lorca, (P.E.P.R.I.), aprobado definitivamente en mayo de 2000, donde se marcan las directrices y normativas para este sector de la ciudad. En dicho Plan se ha realizado pormenorizadamente la Catalogación de los elementos unitarios que conforman el conjunto, protegiéndose y registrándose de manera diferenciada espacios urbanos, edificios, elementos urbanos y perspectivas urbanas.
La plaza de España es el centro histórico de la ciudad, un bello espacio conformado en el tiempo, lugar en el que se celebraban mercados, fiestas y los acontecimientos más relevantes de la vida social, cultural y política de Lorca. Allí se alzan edificios tan significativos como el actual Ayuntamiento, con su doble loggia, en origen cárcel Real (1670) y luego reformado y ampliado en el siglo XVIII (1737) para servir como Casa Consistorial. También la referida Colegiata, y, en su lado este, las Salas Capitulares y la casa de los Poutous, y al sur viviendas erigidas en el siglo XVIII y XIX, algunas ya con marcado estilo ecléctico. Próxima a la plaza está la antigua Casa del Corregidor (1750), con relieves escultóricos de los míticos fundadores de la ciudad, obra de Juan de Uzeta, que hoy sirve como sede de Juzgados de Lorca, o el antiguo Pósito, obra renacentista que exhibe en su fachada los escudos de Carlos I y del concejo, labrados en piedra por Sebastián Bocanegra en 1552.
El Palacio de Guevara, el mejor ejemplo del barroco civil de la ciudad, es una vivienda familiar cuya construcción data del siglo XVII. Declarado BIC con categoría de monumento en 2008, de su exterior podemos destacar la magnífica portada barroca de piedra con columnas salomónicas y la heráldica familiar. En su interior, patio porticado con columnas de mármol, espléndida escalera y más motivos ornamentales bellamente labrados en piedra y estuco. La casa solariega conserva un conjunto de bienes muebles de incuestionable interés, con pinturas, mobiliario, esculturas, pavimentos y demás objetos de verdadero mérito que corresponden a diferentes siglos y estilos artísticos. Óleos de afamados pintores, como Gian Battista Salvi, il Sassoferrato, Federico de Madrazo, Vicente Rodés, Pérez Villaamil, entre otros, subrayan la importancia de este magnífico edificio en todo su conjunto.
Por su parte, el convento de los Observantes de San Francisco de la puerta de Nogalte es una arquitectura conventual de mediados del siglo XVI, que reúne en su interior un conjunto de retablos barrocos de excepcional categoría artística, realizados en las últimas décadas del seiscientos y las primeras del XVIII. Estas piezas, junto a otras notables pinturas –de Camacho Felizes, Rebolloso, etc.–, esculturas –Inmaculada del camarín, la Virgen de la Concepción, San Joaquín y Santa Ana–, su bella decoración de estilo rococó, órgano barroco, etc., otorgan al templo un lugar destacado entre los edificios más significativos de la ciudad. Declarado Monumento Nacional en 1982, la iglesia fue restaurada acertadamente por el Ministerio de Cultura en 1985, según proyecto del arquitecto Ignacio Mendaro Corsini.
Calles como Corredera, Pío XII, Álamo, Cava, Zapatería, o Selgas, por citar sólo algunas, son calles llenas de historia, calles emblemáticas que han acogido desde antiguo a muchos lorquinos que allí residían, que no deben perder su fisonomía y no pueden deshabitarse, dejar de tener vida, pues si no se deteriorarán irremisiblemente. Algunos de los inmuebles de calles tradicionales de la ciudad, como Selgas, Cava, y otras más con edificios que otorgan un valor ambiental a estos espacios ciudadanos, están afectados por un deterioro grave que es preciso atajar cuanto antes, para lo que se hace preciso la aplicación de las medidas existentes en la Ley de Patrimonio Histórico Español. La ciudad de Lorca tiene a gala presumir de su casco histórico y de sus monumentos, de ahí que deba luchar por mantener la fisonomía urbana y de los elementos que la conforman, evitando la degradación de las calles con verdadero interés histórico.