Los Desfiles - Historia

Los Desfiles Bíblico Pasionales de Lorca, en su singularidad de representaciones de pasajes de las Sagradas Escrituras, tienen su origen en el año 1852, constituyendo en un principio una muestra de acercamiento intencionado de los textos bíblicos al pueblo, esto es, una catequesis popular en el que figurantes a pie iban a escenificar pasajes neotestamentarios que rememoraban la Pasión de Cristo por las calles de la ciudad. En el desarrollo de este modelo de procesión hay que tener en cuenta que el proceso desamortizador de Mendizábal había acabado con las actividades y propiedades de las órdenes y asociaciones religiosas, lo que afectó gravemente a las tradicionales procesiones de Semana Santa. Cuando se intentó recuperar esta conmemoración religiosa, no existían imágenes que representaran las escenas de la Pasión, de ahí que se optara por un modelo provisional, en espera del retorno de las esculturas, que consistió en representar la Vida, Pasión y Muerte de Jesús con relatos e iconografías extraídas del Nuevo Testamento, al que posteriormente se añadirían personajes y escenas del Antiguo Testamento. Además, tras la desamortización, la burguesía fue la gran compradora de los edificios religiosos, y adquirió un papel preponderante, marcando la marcha de la centuria en lo religioso, que influyó en la renovación de las procesiones. Serán los miembros de estas familias quienes se encontrarán a la cabeza de los pasos lorquinos como manifestación pública de prestigio social. Las Iglesias pertenecientes a las órdenes exclaustradas que se salvaron de la enajenación fueron la Capilla del Rosario y el Convento de San Francisco, y fueron estos dos templos donde se originaron en el siglo XIX en la década de los cincuenta los pasos Blanco y Azul.

Para la aparición del modelo bíblico de las procesiones de Semana Santa que actualmente se celebran en la ciudad hay, pues, que hacer referencia primeramente a la fundación de los dos Pasos o Cofradías lorquinas, el Paso Blanco y el Paso Azul. En 1852 se forma la "sección de nazarenos blancos", compuesta por 15 personas, ataviados con túnicas blancas y adornos morados en recuerdo del color fundamental del desaparecido "Paso de los oficiales".

En 1855, por escisión dentro de la sección de nazarenos blancos, se forma la "sección de nazarenos azules", en lo que no hay que ver diferencias políticas, pues tanto unos como otros eran conservadores y monárquicos, sino por protagonismo social de algunas familias que tenían otros puntos de vista y matices, aunque dentro de un mismo sentir. Esta sección se constituye dentro de la Hermandad de Labradores Lorquinos que había existido en el ex convento de San Francisco, el Paso Azul, y quedó bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Organizados ya Azules y Blancos, los lorquinos y forasteros se adscriben a uno de los dos bandos, que compiten por el mejor lucimiento de sus grupos durante la procesión. En esta elección del color se llega por tradición familiar, gusto o preferencia, y nada tenía o tiene que ver con motivos de carácter político o índole social.

La provisionalidad de este Cortejo terminaría por cristalizar en un modelo procesional diferente, que cobró especial auge tras el sexenio revolucionario. La rivalidad surgida entre las dos principales cofradías o pasos, compitiendo por ver cuál de ellas representaba con más propiedad y magnificencia los grupos bíblicos, llevó a la introducción en estos de la tradición lorquina del bordado –primero en oro y plata, y posteriormente en sedas – como singular elemento ornamental que aporta brillo y mayor realce a la representación. Paulatinamente, los ropajes de los personajes fueron adquiriendo mayor importancia e hicieron de estos los atuendos que lucían grupos y personajes una de las principales característica de la peculiar celebración pascual lorquina.