La Rivalidad
La dicotomía de colores es una de las características principales de los Desfiles lorquinos. Azul y Blanco, Blanco y Azul son los dos colores, los dos bandos competitivos, los dos grupos de ciudadanos que detrás de sus Vírgenes titulares, la de Los Dolores para los azules y La Amargura para los blancos, compiten en lujo, vistosidad, y la mejor puesta en escena. La emulación ha marcado los derroteros de la Semana Santa lorquina y fomentado el ansia de superación de los lorquinos, una noble competencia que es un elemento esencial para entenderlas, lo que se pone claramente de relieve en la brillantez de sus magníficos bordados que decoran estandartes, mantos y figuras principales de este fascinante Cortejo.
Los lorquinos se adscriben la nacer a uno u otro color. Si ser cofrades de hecho, independientemente de su posición económica, social o política, el rasgo distintivo de adscripción automática y de reciprocidad se produce plenamente, así como la imposibilidad de moverse de un paso a otro. Esta adscripción se produce por tradición familiar, de acuerdo a reglas concretas de descendencia, dándose todas las posibles combinaciones tanto unilineales como bilineales.